La Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) agradece la oportunidad que nos ha brindado de tomar la palabra en esta importante sesion del SCCR para pedir el apoyo a la propuesta de tratado de la Union Mundial de Ciegos, organización de la que la ONCE es miembro.
La ONCE da servicio exclusivo a sus afiliados, que han de ser personas ciegas y deficientes visuales con nacionalidad española. Actualmente la ONCE tiene 70000 afiliados, y su número crece en 4000 cada año.
La ONCE es la única organización para ciegos y def vis proveedora de servicios en España, y su ámbito de actuación trata de cubrir todas las necesidades que este grupo de personas puede requerir a lo largo de su vida, desde educación, hasta rehabilitación, empleo, autonomía en la vida diaria, etc. Entre ellas, el acceso a la información es un servicio de gran importancia para la ONCE. Tenemos dos centros principales de producción, uno en Madrid y otro en Barcelona, y entre ambos logramos el año pasado adaptar en audio o en braille casi 3500 obras, un número muy elevado para cualquier servicio editorial. Esta impresionante cifra supone un 3,5% de los 100000 libros publicados en España el año pasado. El 100% de nuestra produccion se ha realizado gracias a la excepcion nacional existente en nuestra ley de propiedad intelectual. Este ingente trabajo supuso unos costes de producción y distribución elevadísimos, y en muchas ocasiones estos libros se produjeron para el disfrute de una sola persona. Teniendo en cuenta que el español lo hablan, como primera y seguna lengua, 500 millones de personas en el mundo, nos parece un despropósito que esa obra en braille o en audio no tenga, en toda su vida, más de un lector y no pueda ser compartida con otros hispanohablantes en el resto del mundo.
La realidad es que, hoy en día, en aquellos países en los que se habla nuestro idioma y existe una necesidad de leer esta misma obra, se realiza el mismo proceso de adaptación que hemos realizado nosotros previamente, duplicando así los esfuerzos y los costes. Probablemente para que, de nuevo, solo personas que residen en un país concreto puedan leer ese libro en el país en el que se ha producido.
Estos datos son reales, y estas necesidades son reales. Hace dos días recibí un correo con una petición por parte del Servicio de Bibliotecas para Ciegos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, un país con 40 millones de hispanohablantes, en la que se nos solicitaba la compra de una copia en audio o en braille para su biblioteca de uno de nuestros fondos. La respuesta tiene que ser, necesariamente, que no nos es posible atender esa petición, debido a las restricciones territoriales que existen actualmente respecto de la propiedad intelectual. Siendo una obra publicada, además, por la ONCE tienen, por supuesto, nuestro permiso para crear su propia edición accesible. Al ser una obra en 5 volúmenes impresos con más de 400 páginas cada uno, el coste de adaptación va a ser, sin duda, considerable.
Es el caso más reciente, pero no es un caso aislado. En las últimas semanas y meses hemos recibido peticiones de Noruega, de Suecia, del Reino Unido, de países que tienen personas ciegas y deficientes visuales que quieren aprender español, o que ya hablan español. No hemos podido compartir nuestros libros con ninguno de ellos.
El caso de América Latina es quizás aún más ilustrativo. Nuestra historia de cooperación con los países latinoamericanos viene de muy atrás, y siempre ha sido un objetivo de gran importancia para nuestra organización. La prueba es la existencia de la FOAL, la Fundación ONCE para América Latina, que tiene entre sus funciones, dos que son de especial interés para este foro. Una de ellas es la de fomentar el movimiento asociativo de las personas ciegas y def vis en los 19 países en los que actúa. Es fundamental para la ONCE-FOAL el contar con interlocutores válidos en cada uno de los países con los que intentamos colaborar. Este es un requisito indispensable para que se de la segunda de sus funciones: el ayudar con los recursos a nuestro alcance a la producción local de materiales accesibles. Esto nos coloca en ocasiones en situaciones tan curiosas como la siguiente: que la ONCE produzca un libro en un formato accesible para sus miembros españoles y, días después, proporcione a un país latinoamericano los recursos necesarios para que produzca el mismo libro para uso exclusivo de los usuarios de su país. Y esta operación puede repetirse en cada uno de los 19 países con los que cooperamos. Tan solo esta situación absurda es suficiente para que la ONCE apoye firmemente el contenido de este tratado.